El lado positivo de lo negativo. La naturaleza toma un aire y se recupera, gracias a la prolongada pausa obligatoria que ha sometido a la humanidad la pandemia del Covid-19.

Los ríos son más cristalinos. El rey de la selva, el león, duerme tranquilo con toda su familia y el “séquito” de felinos, en una carreta de Sudáfrica. Como si no les importara nada. Mejor, no les importa nada, es su parque, su hábitat natural, el Parque Nacional Kruger.

Los delfines se dejan registrar a corta distancia por las costas del Caribe colombiano. Un oso de anteojos salió a una caminata nocturna por las vías de Monterrey en México. En Venecia, Italia, las oscuras aguas se ven casi trasparentes. Ahora los peces, que nadan en aguas puras y cristalinas, hacen parte de lo cotidiano. El cisne blanco deslumbró en los canales. Asombro total en la ciudad flotante de las góndolas. Venecia, la ciudad que inspira millones de pensamientos… podrá vivir sin el turismo? 30 millones de personas la visitan al año.

El planeta tierra, el de nosotros, el que habitamos, necesitaba un respiro. Y parece que, desafortunadamente tendría que cobrarnos una factura tan alta en pérdidas humanas. La cuenta no para y tendremos que habitar, el planeta tierra, el de nosotros, por más tiempo confinados, o por lo menos tendremos que respetarlo, a más de seis pies de nuestro más cercano ser humano.

El lobo y el zorro salen a hacer de las suyas por los bosques cercanos de las grandes ciudades y se atraviesan por una jungla de asfalto y mole de cemento con vidrios deslumbrantes. La naturaleza va por lo suyo mientras la humanidad está en cuarentena.

Pienso que nadie, absolutamente nadie, se imaginaba un mundo como el de hoy. El petróleo se ahoga en sus pérdidas, porque no hay quien compre la gasolina para mover los carros, ni quien vuele en los aviones. No hay barcos ni cruceros surcando los mares. Por lo menos todo lo anterior está reducido al mínimo del mínimo. El oro negro, el petróleo extraído de nuestra tierra no tiene compradores naturales. Está sobrando el crudo.

La naturaleza lleva ya varios meses de vacaciones y algunas de sus criaturas merodean por las calles, mientras nosotros los seres humanos los vemos desde las ventanas, desde los balcones o nos tropezamos asustados con esos “bichos raros”. Este “tanque de oxígeno” lanzado por Covid-19 a la naturaleza es una señal para la humanidad. Es la versión positiva del lado negativo de esta pandemia. Alguna reflexión debemos hacer para comportarnos mejor con la tierra y buscar el lado positivo de lo negativo.   

Por Carlos H. Lozano

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